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Asesino del Lápiz Labial
Nombre Desconocido
Género Masculino
Nacimiento Desconocido
Estado Posiblemente fallecido
Profesión Asesinos en serie
Por Dios, atrápenme antes que vuelva a matar. No puedo controlarme.
— Mensaje del Asesino del Lápiz Labial.

El Asesino del Lápiz Labial fue un asesino en serie de Chicago durante la década de 1940. Aunque el verdadero asesino se desconoce, William George Heirens nacido el 15 de noviembre de 1928 de Evanston, Illinois, Estados Unidos. Sin embargo, se desconoce sí realmente William es el verdadero asesino.

Hstoria[]

William George Heirens lo tenía todo. Nació el 15 de Noviembre de 1929, año de la gran depresión. En el seno de una poderosa y rica familia de Chicago, a la que no afectó la brutal crisis económica que sufrió EE.UU y todo el mundo. Sin embargo, se convirtió en una bestia, en un asesino obsesionado con el sexo.

A los once años vio a una pareja practicando sexo. Se lo contó a su madre y está le contestó que el sexo era sucio y que si tocaba a alguien pillaría una enfermedad. Más tarde, a los 17 años, descubrió que además de sucio, el sexo podía ser sangriento. Y le gustó.

Algunas relaciones con mujeres le parecieron humillantes. Su frustración adolescente buscó una salida: se vestía de mujer y le gustaba el nazismo.

En 1942 le detuvieron por llevar una pistola al colegio. Luego se encontró un arsenal en su casa: un rifle, tres pistolas y más armas, escondidas en varias zonas de su hogar. Por ello, pasó tres años en una escuela de Indiana. En 1945 ingresa en la Universidad de Chicago. Y es en esa época cuando comienza su etapa más brutal. Comienza el allanamiento de casas. Entrar en casas extrañas le producía placer sexual, robaba ropa interior y la conservaba como fetiche.

Asesino del Lápiz Labial02

Mensaje escrito con lápiz labial.

Era el 20 de Diciembre de 1945. El pueblo norteamericano salía de la Segunda Guerra Mundial y no deseaba más muerte: nada debía empañar el sabor de la victoria. Pero el cuerpo de Frances Brown, aquella puñalada en el cuello –la policía había encontrado el cuchillo todavía clavado en la garganta– era una traición ante la felicidad desbordante del país.

Unos meses atrás –el 5 de junio– ocurrió el primer indicio: a Josephine Ross, una solterona de mediana edad, la habían apuñalado en su pequeño apartamento del 4108 N. Kenmore, en Chicago. Algunos testigos le dijeron a la policía que habían visto una extraña mujer merodear el vecindario. Era una pista, falsa, pero los investigadores debían mostrarla ante la prensa, que ya hurgaba entre el cadáver con sus preguntas insidiosas.

Los primeros días de 1946 mancharon lo que podría haber sido un año perfecto: Suzanne Degnan, una niña de seis años, había desaparecido. La policía, esta vez, encontró algo: alguien había dejado en el domicilio de la familia Degnan una nota en la que exigía un rescate de $20,000.

Nunca se pagó la suma. Y de nada hubiera servido. La policía encontró la cabeza de la niña en el sistema de cañerías de la ciudad. El resto del cuerpo –las piernas y el tronco– fueron esparcidos por los basureros de la zona.

La ciudad de Chicago ahora era sinónimo de “El asesino del lápiz labial”. Desde Washington llegaron las presiones. Había que atrapar al asesino, a como diera lugar.

Su vida en el delito lo tiró a un reformatorio donde pasó parte de su adolescencia. En 1945 –aquel año en que empezó la locura– por su buena conducta ganó una beca que le permitió ingresar en la Universidad de Chicago. Aún así, Heirens siguió robando, acumulando dinero sucio.

En una de esas noches que entraba a una casa en Rogers Park, el muchacho fue sorprendido por los vecinos. En la cárcel, donde la policía lo golpeó y le inyectó pentotal sódico –en aquella época de piedra decían que aquel suero hacía confesar a los delincuentes– , el muchacho reveló que era el asesino de Suzanne Degnan. Las huellas dactilares tomadas en la casa lo vincularon con los otros asesinatos.

El 30 de julio de 1946, y luego de llegar a un trato con la justicia, ya que Heirens evitó la pena de muerte por declarar que él era el asesino, el muchacho recibió una cadena perpetua. Tenía 18 años.

Siempre hubo controversias por la manera en que la policía consiguió la confesión de Heirens. Murió un lunes, en el Dixon Correctional Center, por complicaciones derivadas de su diabetes, a los 83 años. Todavía muchos creen que “El asesino del lápiz labial” jamás fue detenido. Y los crímenes siguieron....

Curiosidades[]

  • Se cree que la confesión de William fue forzada, ya que luego de su detención, los crímenes siguieron pero la policía jamás relacionaron los otros asesinatos con los del Asesino del Lápiz Labial.

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Créditos a dicha información por Que Pasa Semanal y Asesinos en Series Bios